domingo, 4 de mayo de 2008

Motivos de un sentimiento

Emularé el titulo del himno del centenario del Atleti compuesto por el maestro Sabina para intentar explicar lo vivido en la noche de ayer en el Estadio Municipal de La Romareda.
Tal vez este final tan dramático sea resultado de una ilusión, de un apoyo, de un aura de positivismo o de la Virgen del Pilar. Ya me creo cualquier cosa, tal vez mi "vamos que faltan aun dos minutos, todos arriba" ayudase, o el aliento de animo de la mitad de estadio mezclado con la desesperanza de los que se veían en Segunda. Un Big Bang de sentimientos.
La cosa que el monólogo atacante, inédito hasta el momento, del Zaragoza se vio recompensado en el minuto 94, ya son ganas de causar ulceras, problemas cardiacos e incluso pies planos a los asistentes sentados en las sucias butacas azules. Con un Sergio Garcia candidato siempre a la vacuna contra la garrapata, el equipo del león rampante en el pecho, se iba para arriba, el balón en los pies del 9 parecía otro deporte, algo más artístico, de recinto cerrado y ovación. Bien acompañado por un Oliveira eficiente de tres cuartos de cancha para atrás pero inoperante cara al marco de Aouate. Las ocasiones se sucedían unas tras otra. Alguien superior, maquiavélico, no dejaba que la pelotita entrara, el final estaba escrito tenía que ser en el minuto 93 y 54 segundos cuando Ayala empujara el trozo de cuero redondo que valía 3 puntos y una vida al fondo de la porteria deportivista.

Les puedo intentar contar como fue la jugada, la recuerdo nítida. No creo que esa jugada se me vaya a olvidar facilmente, es más, dudo que se me olvide. El balón puesto por Matuzalem le cayó a Sergio Garcia(el destino quería que fuese el mejor jugador del partido el que regalase el gol) que la mató con el pecho, el balón cayó como pinchado, como una piedra, ni botó. Casi se va por linea de fondo pero no fue así, no podía terminar así. La salvó, y se la dio a un Ayala necesitado de reconocimiento zaragocista para empujarla dentro de la portería y romper a llorar, llorar de alegría que es lo más bonito. A partir de ahí no recuerdo más que abrazos, brincos, vítores, alzamientos de bufandas y caras de incredulidad a doquier. Yo lo celebré, vaya si lo celebré, durante 1 minuto fui el hombre más feliz del mundo, después vino el bajón, el no saber si eso era real. Manos en la cabeza,aún de pie, y agarrándome a mi vergüenza torera para no llorar. Así permanecí hasta que el arbitro pito el final del partido y el aplauso a los jugadores que lo habían dado todo me salvaron de mis sollozos casi seguros.

Aun habiendo visto la repetición varias veces en televisión creo que ese balón cayó en los pies de Sergio Garcia porque así tenía que ser. Y que Ayala fue el que remató porque no podía ser otro.

Queda mucho por delante, ganar en Valencia dejaría la cosa bonita, muy bonita. Que así sea, que el Zaragoza gane en Mestalla. Luego que venga mi Madrid ya campeón de liga ha no ganar y que por favor, estemos salvados antes de la última jornada.


Hoy toca alirón blanco y ascenso rojillo, hoy toca fiesta, esperemos que la suerte siga de mi parte. Si me permiten voy hacer mis ejercicios cardiacos que me ha dicho el médico que son buenos después de tantos excesos.


A quererse.


Ale

2 comentarios:

Eduardo Lázaro dijo...

Chico, increíble lo de ayer en La Romareda. Ver para creer. Ese gol puede significar la temporada.
Un saludo!
;-)

Anónimo dijo...

Qué mal lo pasamos eh...jajaja
Y lo que me costó recuperarme...por poco me da un síncope xD
En fin, gracias a Dios que al final el balón entró en la dichosa portería y ya estamos más cerca de la permanencia.

Por otro partido en la Romareda...(aunque si no hay que sufrir tanto, mejor)

Un beso
Marta